TRIBUNA LIBRE

 
 
 

TURQUÍA, CHIPRE Y LA UNIÓN EUROPEA

 

La cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la UE de diciembre de 2004  acordó abrir negociaciones con Turquía para su adhesión, introdujo cláusulas precautorias respecto del proceso y resultado final de las negociaciones y esperaba que Turquía reconociera a la República de Chipre a través de la firma del Protocolo, que amplía el acuerdo aduanero de Ankara a los 10 nuevos Estados miembros de la UE.

 

No ha sido así,  el pasado 29 de julio Turquía ratificó tal Protocolo, pero incluyó una declaración en la que insiste en no reconocer la República de Chipre porque “no es el Estado socio original establecido en 1960” tras el término de la colonización inglesa.

 

Días después, la Comisión reprochó a Francia sus aparentes intenciones de frenar el proceso de adhesión de Turquía por esta cuestión y señaló que las condiciones fijadas para negociar el ingreso han sido cumplidas por Ankara. Es decir, la Comisión entiende que no reconocer la República de Chipre no es  suficiente para no abrir las negociaciones el próximo octubre.

 

A la UE se le plantea, no una cuestión jurídica sobre el tratado aduanero, se le plantea una cuestión política. ¿Si un Estado quiere formar parte de la UE tiene que reconocer a todos sus actuales miembros?

 

Turquía cree que no. “La posición de Turquía sobre Chipre permanecerá sin cambio”, dice la declaración turca, y mantiene su apoyo a la Secretaría General de la ONU para resolver el conflicto, pero sólo si se establece “una nueva asociación Estatal bizonal”, posición que fue rechazada por un 76% de los ciudadanos de la República de Chipre en el referéndum de 2004, que no significó el rechazo a la unificación, sino a la fórmula entonces propuesta.

 

Cualquier acuerdo de la UE con Turquía está condenado al fracaso entre la población grecohablante, 82% del total de la isla, si ésta no reconoce al Gobierno de la República de Chipre y no contempla la retirada de sus tropas.

 

La cuestión chipriota es anterior a la discusión sobre un nuevo estado  bizonal, bicomunal o cómo haya de ser. Se sitúa en 1974 tras la ocupación del 38% territorio de la República de Chipre por soldados turcos y, por  tanto, cualquier concepto político o administrativo sobre la República de Chipre que se base en un reconocimiento, tácito o explícito, de la invasión turca, que violó el derecho internacional, debía estar condenado al fracaso entre la comunidad internacional y, más aún, entre los miembros de la UE.

 

Ahora, un apoyo al ingreso de Turquía en la UE, que no prevea una retirada inmediata de los 35.000 soldados turcos, representa una dejación de responsabilidades, respecto del derecho internacional, por parte de quien lo haga, y una expresión nítida de que tal derecho puede ser ignorado con el paso del tiempo en función del objetivo que se pretende conseguir, adhesión de Turquía, dejando de lado principios básicos de la Unión como promover la paz y sus valores, que enuncia en su Tratado Constitucional.

¿Debería ser suficiente para que la Comisión y el presidente de turno de la Unión, señor Blair, meditaran? El plan Annan fracasó  porque la Unión hizo dejación de su acervo comunitario. La libre circulación de capitales y personas no se aplicaba en toda la isla. Los grecohablantes podían circular libremente por cualquier país de la Unión, comprar bienes inmuebles y ofrecer servicios, pero no les estaba permitido en la actual zona turcohablante, y porque permitía que Turquía decidiera unilateralmente sobre la existencia o no de plataforma continental en la Isla, entre otras cosas.

 

Actualmente, cerca del 12% de los chipriotas turcoparlante, viven entre los grecohablantes sin tener ninguna dificultad en sus vidas. ¿Se necesitan más pruebas de que la unificación es posible y viable sin necesidad de tropas turcas? Más, un elevado número de turcoparlantes cruza la línea verde diariamente para trabajar en la República de Chipre y tampoco padecen  ninguna molestia.

 

La Unión, por respeto a si misma y a los valores que dice defender  debería tomar en sus manos la cuestión de Chipre, considerar la implantación en toda la isla del acervo comunitario, conseguir para todos los turcochipriotas, residentes legales en la isla, documentación de la República de Chipre, que ya ofreció y proporciona el Gobierno desde 2003 y que, varias decenas de miles  ya han conseguido, tramitar las ayudas necesarias para la población turcochipriota  a través del Gobierno de la República de Chipre, único Gobierno legítimo, y exigir a Turquía el cumplimiento de principios básicos de nuestra convivencia: retirar las tropas y dejar de lado el reconocimiento de una entidad turcochipriota separada.

 

El resto de aspectos, muchos, de la convivencia entre las dos comunidades, hoy separadas, pueden y deben ser resueltos entre los chipriotas con la ayuda y mediación de la UE y el tiempo. El proceso de transición llevaría a un Estado, un Gobierno y una única legislación, que debe reconocer cuantas peculiaridades fueren necesarias.

 

Hoy, Chipre, puede parecer un problema menor, pero  los ciudadanos europeos tenemos opinión libre y formada, cuando se nos pregunta la expresamos, somos celosos de nuestros derechos y nuestros gobiernos  democráticos viven de la opinión de los ciudadanos. De manera que harían bien en ver esto como una cuestión de principios en países que pretenden ser un referente mundial y no como una pelea entre chipriotas greco y turcoparlantes y entre griegos y turcos.

 

Pedro Álvarez de Frutos.

Ex senador socialista por Segovia.