Dédalo: hijo del ateniense Eupálamo, Dédalo era un arquitecto de gran fama, debido a sus múltiples inventos y habilidades, ya que además era inventor y escultor. Como consecuencia de haber asesinado a su sobrino Talo, hijo de su hermana Perdix, fue expulsado de Atenas, refugiándose en la isla de Creta, donde se puso al servicio del rey Minos. Allí construyó el famoso laberinto, y entregó a Ariadna el ovillo de hilo que ésta entregaría después a Teseo, con el que pudo entrar, sin riesgo de perderse en el laberinto, y matar al Minotauro. Por este motivo, Minos ordenó encerrar en el laberinto a Dédalo y a su hijo Icaro. Gracias al ingenio de Dédalo, que construyó unas alas con plumas enlazadas con cera, padre e hijo consiguieron salir volando del laberinto, pero Icaro desobedeció los consejos de su padre y se acercó mucho al Sol, que derritió la cera y soltó las plumas, por lo que Icaro cayo al mar y pereció. Dédalo escapó y se instaló en la ciudad de Cumas, donde edificó un templo a Apolo, al que le consagró las alas que le habían salvado. Después fue a la isla de Sicilia, donde construyó el desaguadero del río Alabón y también las murallas de Agrigento. Se le atribuía la invención del hacha, la plomada, el taladro y la sierra. Se le consideraba el primer arquitecto de la historia. También había multitud de estatuas que se creía que estaban hechas por él.

 

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