Una sandalia para el escándalo

El señor Rato, expresidente de Bankia,  compareció ayer ante el Parlamento catalán para dar explicaciones de su gestión al frente de dicha entidad. Durante su comparecencia el diputado catalán de la CUP, David Fernández, amenazó al exministro y expresidentes con una sandalia preguntándole, al tiempo, si tenía miedo. Poco después, le llamó gangster.

A raíz de este suceso, el presidente del BBVA, Francisco González, en declaraciones a un medio de comunicación, dijo que lo sucedido ayer "da una imagen de España" y que "no iría" al parlamento catalán salvo que tuviera la obligación de ir, "porque para eso hay que tener una causa y yo no tengo ninguna causa para ir allí y a ningún otro Parlamento". Efectivamente, esa imagen no es buena, pero menos lo es aún la situación económico-financiera en la que nos ha metido la banca, y aún menos la prepotencia frente a cualquier Parlamento, porque no se enfrenta a la institución, se enfrenta a los ciudadanos, a sus depositantes y a los que trabajan con su banco. La sandalia amenazante y las palabras del diputado no desahucian, no arruinan y no dejan sin crédito a nadie.  

Por otra parte, el diputado del PP, Rafael Hernando, también declaró que sería de esperar que los parlamentarios actuasen como tales y no "como energúmenos". Esas prácticas, añadió, dañan la democracia. Ha pasado ya un día y nada se ha notado en nuestro sistema democrático, que ya viene muy dañado de antes. Quizá la sandalia amenazante y las palabras del diputado no hayan dañado tanto como las medidas económicas del Gobierno que el señor Hernando apoya, los derechos sociales eliminados y los recortes en el bienestar de la población. Quizá no, seguro.

Realmente, la escena del parlamentario de la CUP blandiendo la sandalia no es edificante y quizá dañe la democracia, pero ¿qué me dicen del daño a la democracia y lo poco edificante que es el hecho de que haya habido miles de familias desahuciadas, de la venta de preferentes a miles de pequeños inversores, de la quiebra de las Cajas y de los sueldos y jubilaciones millonarias de los directivos de esas mismas Cajas y bancos que desahucian y venden preferentes?

Nos ponemos finos con actitudes como la del parlamentario de la CUP, que se lo merece, pero ni un gesto por parte del señor González o del señor Hernando o de otros muchos como ellos para el desastre social y económico que han creado.

La sandalia blandida es un escándalo y ¿la situación social y económica? Menos hipocresía con las anécdotas y más atención a lo importante.