¿Por qué no votamos
los ciudadanos europeos?
PEDRO
ÁLVAREZ DE FRUTOS /
Profesor de instituto y ex secretario de
la Agrupación Local
del PSOE de Segovia.
APENAS tres semanas desde que todos los
ciudadanos de
la Unión Europea
fuimos llamados a votar para renovar el Parlamento europeo. La cita
se saldó con una bajísima participación general. ¿Por qué?
Seguramente las razones son abundantes y pertenecen a distintos
aspectos de la vida de
la Unión Europea, pero
quiero poner de manifiesto tres razones políticas que explican esta
actitud tan poco ciudadana.
Durante la campaña electoral, al
menos en España, los principales partidos pusieron de manifiesto su
intención de que las europeas sirvieran de refrendo y segunda vuelta
de las anteriores elecciones nacionales. ¿Necesitábamos los
españoles una segunda vuelta para aclarar nuestras ideas sobre a
quien queríamos votar en nuestras elecciones nacionales? La
respuesta es no. En las nacionales cada ciudadano votó según creyó
conveniente y nada hace pensar que lo hiciera equivocada o
irreflexivamente. Los únicos que, al parecer, necesitaban ese
refrendo eran los principales partidos políticos. Además la campaña
europea, en buena medida, se perdió en discusiones sobre si debía de
haber debates televisados entre líderes, en qué televisión y con qué
formato.
Pero ¿cuál era la diferencia entre PP y PSOE sobre
la política en
la
Unión? Evidentemente existe esa diferencia, como se
ha puesto de manifiesto en la reciente cumbre de Bruselas, pero ¿se
transmitió a la ciudadanía? Mi respuesta es que escasamente. En
realidad se debatió más sobre quién fue más eficaz en el pasado
consiguiendo ayudas y quién lo será en el futuro, que sobre cómo
piensa cada partido seguir construyendo
la Unión, si Europa debe
avanzar más o menos en los aspectos sociales y cómo, los límites de
la
Unión, la postura sobre futuras ampliaciones, cómo
atender a la política exterior y cuál debe ser ésta, etc.
A
estas alturas todos hemos podido comprobar que
la Unión funciona
cada día mejor y más eficazmente como un gran mercado interior en el
que comprar y vender es más sencillo y en el que los productos
tienen unas homologaciones mínimas que protegen al ciudadano de las
irregularidades. Pero ¿éstas son las principales preocupaciones de
los ciudadanos? La respuesta vuelve a ser no. El ciudadano común
generalmente se preocupa de su bienestar inmediato: ingresos, gastos
(inflación), la relación entre ambos, vivienda, vacaciones,
impuestos, jubilaciones, protección social y deja las abstracciones
para otros.
Pero, ¿qué hay de estas preocupaciones comunes?
Poco o nada y el texto constitucional recientemente aprobado
resuelve también poco al respecto. Incluso parece que está creando
divisiones en algunos partidos socialistas y socialdemócratas por la
falta de avances en las cuestiones sociales, que son fundamentales
para ellos.
Las elecciones fueron hace unos días, pero
resulta que en la primera Cumbre ya se plantea la renovación del
presidente de
la
Comisión y ¿qué se dijo de esta cuestión en la
campaña electoral? Nada. Pero alrededor de la presidencia de
la
Comisión la cuestión es doble: afecta al quién y al
cómo. Al quién, porque tras el fracaso de Bruselas en esta cuestión,
se designó al primer ministro portugués, que ni siquiera figuraba
entre los posibles candidatos, y hubiera sido bastante lógico que
los ciudadanos, que votamos hace unos días, hubiéramos sabido,
entonces, a qué personas postulaban los dos principales grupos
políticos europeos; populares y socialistas.
Y al cómo,
porque ha habido que buscar un consenso entre países, no sólo entre
grupos políticos, para llegar a un acuerdo que se ha cerrado con una
persona que organizó la reunión de las Azores (Bush, Blair y Aznar)
sobre Iraq, que ha producido una de las mayores divisiones de los
países de
la
Unión respecto de la política exterior y que ha
dejado tocados a muchos de los presidentes de los Gobiernos de cada
país por su apoyo o no a esa guerra en función de la opinión de los
ciudadanos. De manera que esta cuestión se ha dejado para el encaje
de bolillos de los presidentes de Gobierno y jefes de Estado que son
los que, al parecer entienden, desmarcándolo de las posiciones de
los grupos políticos que es lo que los ciudadanos
votamos.
¿Por qué no votamos los ciudadanos en las últimas
elecciones europeas? Porque sólo se nos deja decidir en algunas
cosas, porque hay cuestiones que por importantes se reservan para
las cúpulas de cada país, porque no se habla de las cuestiones que
directamente nos afectan. Y sin embargo,
la Unión avanza, se consolida
y muchos, entre ellos los españoles, la identificamos con el
progreso. Aunque sólo fuera por esta razón nos gustaría avanzar en
la construcción de
la
Unión y participar en ella. Que no nos falte. |