¡Perdónennos!
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¿Hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades?, Confieso que nunca he sabido con certeza quiénes fueron los
que tuvieron esa actitud. Y digo fueron
porque yo me excluyo puesto que pago regularmente todos mis gastos.
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Quise saber quiénes fueron los que tuvieron esa
actitud, pregunté en supermercados y tiendas donde habitualmente compro si
los clientes pagaban su compra y siempre me respondieron que así era. Por
si el sector no era indicativo por básico, me dirigí a dos concesionarios
de automóviles con los que me une cierta amistad, y respondieron que de su
puesto de venta no salía un automóvil si no se había pagado o no se tenía
la correspondiente financiación convenientemente aprobada. Pasé al sector
financiero y todos respondieron que cada hipoteca o crédito personal para
adquisición de vivienda antes de aprobarse debía tener garantía suficiente
de cobro mediante un salario y, al menos, un aval que pudiera cubrir el
hipotético impago. De manera que no sé quiénes vivieron por encima de las
posibilidades.
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Observo con atención el discurrir diario de la
sociedad. Veo que los gobiernos recortan los presupuestos de educación, que
hay menos profesores para más alumnos, que en los comedores escolares se
paga más, que las ayudas para libros disminuyen, que las becas son más
difíciles de conseguir y por ello miles de alumnos tendrán que dejar la
universidad, que se ha introducido el copago farmacéutico, que, en
realidad, es un repago, y que la Seguridad Social ha dejado de financiar muchos fármacos, generalmente de uso común. También
redujeron los presupuestos de dependencia y atención social, y aumentó el
pago de los mayores en sus residencias. Veo que la protección a los parados
también disminuye mientras aumenta el número de éstos, que se precariza el
empleo y el peso de los salarios en la renta nacional disminuye cada año.
Y, finalmente, me entero de que las pensiones ya no subirán cada año con el
IPC como referencia, sino que se utilizará una fórmula que hará perder
poder adquisitivo a los pensionistas.
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Así que, comparo lo dicho en los dos párrafos
anteriores y me pregunto si no será esta gente la que ha vivido por encima
de sus posibilidades, y por eso les pasa lo que les pasa, si no serán ellos
los culpables de la crisis por querer ser propietarios de una vivienda
cuando sus padres vivieron siempre de alquiler, si no habrán querido
estudiar demasiado e incluso, porque los hay muy descarados, si no habrán
querido ocupar puestos de dirección después de sus licenciaturas haciendo
valer sus currículos, frente a los que por nacimiento siempre tuvieron más
oportunidades y relaciones sociales que les facilitaron el acceso a esos
mismos puestos usurpados, ahora, por gentes provenientes de las clase media
y trabajadora. Me pregunto si no querrán estar demasiado sanos y por ello
no cesan de asistir a las consultas médicas demandando medicamentos, cada
día más caros sin reparar en ello, e incluso, si no querrán vivir demasiado
tiempo con lo que el sistema de pensiones se vendrá abajo porque muchos de
ellos no cotizaron a pesar de haber trabajado desde los catorce o dieciséis
años. Eche usted, amable lector, cuentas
para saber en qué tiempos pasaba esto.
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Estos sectores son señalados como culpables de la
crisis, pero perdónenlos. Perdónenlos por incordian con sus demandas
a los banqueros y sus consejos de administración que tanto sufrieron con
los paquetes financieros, que contenían las hipotecas subprime y los
activos tóxicos, por no estudiarlos suficientemente, o por no percatarse de
la excesiva exposición al negocio de la construcción, y a los que, ahora,
para más inri, no se les da la tabarra con las acciones preferentes puesto
que quien las compró lo hizo por su incultura financiera. Se debe perdonar
también a los que muestran una irresponsable resistencia a ser desahuciados,
que lo son por no pagar la hipoteca, no importa que esto ocurra desde que
se quedaron sin trabajo y no llegan a final de mes, que no es porque el
subsidio sea corto, no, sino que el mes es muy largo y le sobran días.
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Los gobiernos también deben perdonar a los
ciudadanos que protestan porque gastaron el dinero de sus impuestos en
obras que no podrán utilizar: instalaciones deportivas, aeropuertos,
carreteras radiales, museos, porque la protesta es fruto de su inconsciencia.
No se dan cuenta de lo que sufre el gobernante, que tanto empeño puso
en la realización de esas obras, viendo cada día los esqueletos, la
inactividad y la incomprensión de los ciudadanos.
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Perdónennos por querer vivir más y mejor. Ustedes
que saben reconocerán que somos gentes del pueblo, ignorantes, malpensados,
maleducados, amigos de la molicie, el despilfarro, el subsidio fácil y la
vida muelle, no como ustedes siempre sacrificados y trabajando duramente
para nosotros.
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