Pedro Álvarez de Frutos

 

El sueño de la razón produce monstruos

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¡Perdónennos!

 

¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades?, Confieso que nunca he sabido con certeza quiénes fueron los que tuvieron esa actitud. Y digo fueron porque yo me excluyo puesto que pago regularmente todos mis gastos.

 

Quise saber quiénes fueron los que tuvieron esa actitud, pregunté en supermercados y tiendas donde habitualmente compro si los clientes pagaban su compra y siempre me respondieron que así era. Por si el sector no era indicativo por básico, me dirigí a dos concesionarios de automóviles con los que me une cierta amistad, y respondieron que de su puesto de venta no salía un automóvil si no se había pagado o no se tenía la correspondiente financiación convenientemente aprobada. Pasé al sector financiero y todos respondieron que cada hipoteca o crédito personal para adquisición de vivienda antes de aprobarse debía tener garantía suficiente de cobro mediante un salario y, al menos, un aval que pudiera cubrir el hipotético impago. De manera que no sé quiénes vivieron por encima de las posibilidades.

 

Observo con atención el discurrir diario de la sociedad. Veo que los gobiernos recortan los presupuestos de educación, que hay menos profesores para más alumnos, que en los comedores escolares se paga más, que las ayudas para libros disminuyen, que las becas son más difíciles de conseguir y por ello miles de alumnos tendrán que dejar la universidad, que se ha introducido el copago farmacéutico, que, en realidad, es un repago, y que la Seguridad Social ha dejado de financiar muchos fármacos, generalmente de uso común. También redujeron los presupuestos de dependencia y atención social, y aumentó el pago de los mayores en sus residencias. Veo que la protección a los parados también disminuye mientras aumenta el número de éstos, que se precariza el empleo y el peso de los salarios en la renta nacional disminuye cada año. Y, finalmente, me entero de que las pensiones ya no subirán cada año con el IPC como referencia, sino que se utilizará una fórmula que hará perder poder adquisitivo a los pensionistas.

 

Así que, comparo lo dicho en los dos párrafos anteriores y me pregunto si no será esta gente la que ha vivido por encima de sus posibilidades, y por eso les pasa lo que les pasa, si no serán ellos los culpables de la crisis por querer ser propietarios de una vivienda cuando sus padres vivieron siempre de alquiler, si no habrán querido estudiar demasiado e incluso, porque los hay muy descarados, si no habrán querido ocupar puestos de dirección después de sus licenciaturas haciendo valer sus currículos, frente a los que por nacimiento siempre tuvieron más oportunidades y relaciones sociales que les facilitaron el acceso a esos mismos puestos usurpados, ahora, por gentes provenientes de las clase media y trabajadora. Me pregunto si no querrán estar demasiado sanos y por ello no cesan de asistir a las consultas médicas demandando medicamentos, cada día más caros sin reparar en ello, e incluso, si no querrán vivir demasiado tiempo con lo que el sistema de pensiones se vendrá abajo porque muchos de ellos no cotizaron a pesar de haber trabajado desde los catorce o dieciséis años. Eche usted, amable lector, cuentas para saber en qué tiempos pasaba esto.

Estos sectores son señalados como culpables de la crisis, pero perdónenlos. Perdónenlos  por incordian con sus demandas a los banqueros y sus consejos de administración que tanto sufrieron con los paquetes financieros, que contenían las hipotecas subprime y los activos tóxicos, por no estudiarlos suficientemente, o por no percatarse de la excesiva exposición al negocio de la construcción, y a los que, ahora, para más inri, no se les da la tabarra con las acciones preferentes puesto que quien las compró lo hizo por su incultura financiera. Se debe perdonar también a los que muestran una irresponsable resistencia a ser desahuciados, que lo son por no pagar la hipoteca, no importa que esto ocurra desde que se quedaron sin trabajo y no llegan a final de mes, que no es porque el subsidio sea corto, no, sino que el mes es muy largo y le sobran días.

 

Los gobiernos también deben perdonar a los ciudadanos que protestan porque gastaron el dinero de sus impuestos en obras que no podrán utilizar: instalaciones deportivas, aeropuertos, carreteras radiales, museos, porque la protesta es fruto de su inconsciencia. No se dan cuenta de lo que sufre el  gobernante, que tanto empeño puso en la realización de esas obras, viendo cada día los esqueletos, la inactividad y la incomprensión de los ciudadanos.

 

Perdónennos por querer vivir más y mejor. Ustedes que saben reconocerán que somos gentes del pueblo, ignorantes, malpensados, maleducados, amigos de la molicie, el despilfarro, el subsidio fácil y la vida muelle, no como ustedes siempre sacrificados y trabajando duramente para nosotros.

 

Contacto: pedroalvarez.name@hotmail.es