Pedro Álvarez de Frutos

 

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¡QUÉ INJUSTOS SOMOS!

 

            Los viernes se han convertido en viernes dolorosos para España. Cada viernes, tras el Consejo de Ministros, oímos, primero, la letanía de lamentos reiterados correspondiente del Gobierno y después, sufrimos las medidas que tomó.

 

Primero, el pobre Gobierno, lamento incluido, decide medidas que no querría tomar y que no le gustan, pero se ve en la obligación de tomar porque está acuciado por la situación económica, heredada por supuesto, los mercados y Bruselas.

 

Después, viene el capítulo con el que se justifican, del que se deduce que los ciudadanos se comportan como si el solar patrio se hubiera convertido en un gran patio de Monipodio y, ante esta situación el Gobierno, ¡pobre!, no tiene otra posibilidad que seguir sufriendo, menos mal que no lo tiene que hacer calladamente, y seguir tomando medidas dolorosas un viernes sí y otro también.

 

Así, parece que el señor Monipodio haya ampliado a España entera su negociete-escuela del que se salía muy bien aprovechado en todo aquello que le conviniere, pero sustituyendo a fingidos estudiantes, ciegos y viejos de diferentes oficios y disfraces por españoles en general y los médicos en particular.

 

Empecemos por uno de los sectores más vilipendiados socialmente: los funcionarios. Gentes vagas por naturaleza que pasan la mañana de cafelito en cafelito, como ha sugerido el secretario de estado de la cosa, a pesar de la rebaja de salario del pasado año, por lo que les es de aplicación el artículo correspondiente a la calificación de contumacia y reiteración. Pues bien, se les amplía el horario de trabajo. Que me pregunto, ¿si el secretario de estado de la cosa piensa que no trabajan suficiente para qué se les amplía el horario? Y descubro, pues para que tomen más cafelitos y aumente el consumo, ¿o creían ustedes que se quería corregir esta situación? Nada de eso. Si se hubiera querido corregir el supuesto poco rendimiento funcionarial se habría aplicado el reglamento correspondiente, se habrían dictado normas de racionalización del trabajo, se hubiera cesado a los X número de asesores innecesarios o se hubiera pedido explicaciones a los jefes de departamento, sección, división y/o área, etc.

 

Como además de trabajar poco pasan gran parte de su vida laboral de baja -aquí empiezan a entrar en escena los médicos-  se les reducirá el sueldo durante los primeros tres meses de sus bajas. Que sea un médico el que da o no la baja por enfermedad no tiene la mayor importancia, porque ya se sabe, también son funcionarios y entre cafelito y cafelito pues firman bajas.

 

Otro colectivo especialmente monipódico es el de los jubilados, que no dejan de medicarse. No es que estén enfermos o tengan achaques propios de la edad, no, nada de eso. Son gentes que con tal de hundir a los gobiernos, -más ahora que no hay obras que mirar- pues se medican. ¡Otra vez la clase médica de por medio! Como aún les quedan ratitos libres tras los cafelitos y las bajas de los funcionarios pues firman recetas sin cuento. Es más, afectados ya por la cafeína firman compulsivamente.

 

Estos jubilados son tan contumaces, tienen tanto apego a sus pequeñas pensiones y toman con tantas ganas y ansia las ensaladas de pastillas recetadas por los médicos cafeinómanos que tardan en morirse más de lo que deberían y ponen en riesgo su propio sistema de pensiones como, recientemente, nos ha dicho el Banco Mundial.

 

¿Y que decir de los turistas? Nada de venir a España a tomar el sol, unos vinitos y bailar flamenco. Eso era antes, que ahora, a la que vienen se hacen una ITV se van con el riñón de un recién estrellado o una prótesis de titanio. Aquí también con la colaboración de los médicos. ¡Qué gente, de tanto cafelito, no se fijan en quien tiene sobre la camilla!

 

Otro colectivo especialmente atacado por el monipodismo son los trabajadores en general. Éstos, a despecho de la macroeconomía, la OCDE, el FMI, el BCE, la CEOE, etc. tienen pretensiones sin límite como por ejemplo un trabajo fijo, cobrar lo suficiente para poder vivir sin depender de sus padres, poder mantener a su familia, que lo que se les descuenta de sus nóminas sirva para tener una seguridad social y educación gratuita, seguro de desempleo, pensión de jubilación, si es que llegan a esa edad. ¡Y no piden la Luna porque en ella no hay fútbol que sino, veríamos!

 

Menos mal que el Gobierno se ve comprendido por nutridos grupos de defraudadores a la Hacienda Pública, que tienen en su haber la segunda amnistía, por aquellos que compraron paquetes financieros con activos tóxicos porque traían el aval de la triple A de Standard & Poor's, por los que  concedieron créditos e hipotecas, ahora imposibles de cobrar, por los causantes de la burbuja inmobiliaria, por los que debieron haber vigilado el creciente endeudamiento de los bancos, por las empresas que facturan desde paraísos fiscales, etc. gran parte de ellos retirados con pensiones de jubilación millonarias, no como los pelaos que arruinan el país.

 

En fin, que el pueblo soberano es muy injusto con quien lo gobierna, y es incapaz de reconocer que gracias a quien lo gobierna recibe cada viernes su dosis de recorte. ¡Una suerte!

 

 

Contacto: pedroalvarez.name@hotmail.es