LA UNIÓN EUROPEA TIENE QUE EVITAR
EPÍDAMNO
Entre los años 431 y 404 a.C.
estuvieron en guerra prácticamente todas las ciudades de la Antigua Grecia
en torno a la Liga de Delos, liderada por Atenas, y la Liga del Peloponeso,
liderada por Esparta. Tucídides, el gran historiador de esa guerra, dice
que las causas públicas hay que buscarlas en el enfrentamiento entre
Corcira (hoy Corfú) y Corinto por causa de Epídamno, una ciudad hoy
perteneciente a Albania, entonces colonia de Corcira que a su vez era colonia
de Corinto, y la oportunidad para Atenas de concertar una alianza defensiva
con Corcira, isla magníficamente situada en la ruta hacia Italia y Sicilia.
La intención oculta de Atenas fue que las poderosas flotas de Corcira y
Corinto se enfrentaran y si debía entrar en la guerra hacerlo cuando ambas
estuvieran debilitadas. Pero la causa verdadera de la guerra, dice
Tucídides, fue que "los atenienses al hacerse tan poderosos e inspirar
miedo a los lacedemonios" obligaron a estos a luchar.
Sea como fuere, Tucídides nos
muestra que sea una, la otra o ambas causas a un tiempo lo que estuvo
detrás de aquella guerra, que terminó con la derrota de Atenas y la
desaparición de su democracia, fueron razones económicas, de poder y
dominio sobre el mundo griego y que la ciudad de Epídamno fue una escusa
para que las grandes potencias de entonces, Atenas y Esparta dilucidaran la
primacía.
La Unión Europea se encuentra en
una posición delicada. De una parte, Reino Unido ha iniciado su salida de
la Unión y sea esta dura o blanda la Unión se debilitará porque perderá un
contribuyente neto a su presupuesto de cerca de 10.000 millones de euros anuales, habrá una contracción
del PIB del conjunto de la UE estimada entre un 0,2% y un 0,5%, Reino Unido
posee un gran poder militar, un gran peso en el presupuesto de defensa
europeo y una capacidad diplomática ampliamente reconocida en todo el
mundo, etc., aunque al tiempo, la Unión tendrá la oportunidad de avanzar
hacia una Europa más integrada.
El actual presidente de USA es
favorable al Brexit al que dedicó encendidos elogios en su entrevista con
la primera ministra del Reino Unido. “Será una maravilla para tu país”, le
dijo, y Rusia tampoco es favorable a la Unión porque la paz, la prosperidad
y la democracia alcanzadas en la UE tras la II Guerra Mundial es una mala
influencia para la población rusa sujeta al nuevo zar y porque aspira a
recuperar las zonas limítrofes de los países que se independizaron de la
URSS al considerarlas parte de Rusia, caso de Ucrania, por ejemplo. Por
estas y otras razones entidades rusas financian partidos como el de extrema
derecha del húngaro Jobbik o el Frente Nacional de Marine Le Pen y realizan
ciberataques o intervienen en la elecciones con su potente mecanismo de propaganda,
según informaciones periodísticas.
Europa ha de atender a tres
frentes: El desarrollo económico que depende del petróleo, los
enfrentamientos bélicos y la conjunción de los intereses nacionales con los
del conjunto de la Unión.
Europa es energéticamente
dependiente del petróleo y gas ruso que, en un tiempo, dejó de llegar
porque Ucrania cerró los conductos, del petróleo de Arabia Saudí y del gas
del norte de África una región inestable tras la llamada primavera árabe,
que terminó en invierno crudo para algunos países. Las cantidades de
petróleo producidas y puestas en el mercado pueden variar al alza o la
baja, y con ellas los precios, según los intereses de los grandes
productores: Arabia Saudí, Irán, Rusia y EE.UU. Si Rusia decidiera dirigir
su petróleo y gas hacia Asia en lugar de a Europa lo pasaríamos mal. Si
Europa no juega bien sus cartas a través de la relaciones exteriores con
sus suministradores de petróleo y gas o no acierta en la protección del
conocimiento para la investigación y desarrollo de las energías renovables,
lo puede pasar mal.
Los enfrentamientos bélicos que
están en Europa, caso de Ucrania, o próximos, caso de Siria, el sempiterno
palestino-israelí y la inestabilidad del Norte de África son otro peligro
eminente para Europa. La identidad rusa está en crisis desde la
desaparición de la URSS y amenazar continuamente con cercar su territorio
con países prooccidentales que antes fueron prorrusos es una mala idea que
nos puede traer un mal futuro. Si además EE.UU. quiere
doblegar a Bashar al-Ásad
y con Afganistán utiliza la bomba más potente inmediatamente inferior a la
atómica nos pone en un grave riesgo. Por tanto, la
diplomacia europea debería estar más activa para terminar con estos
conflictos de manera negociada aunque el resultado de esa negociación no
sea el mejor, pero lo mejor es enemigo de lo bueno.
Alrededor de estos problemas y del
Brexit están los interese particulares de cada nación. Mantener una
posición común respecto de los dos problemas anteriores es vital para la
Unión y ya hemos visto que respecto de los refugiados sirios la unidad
brilló por su ausencia y que los problemas con la llegada de pateras por el
Mediterráneo es problema de los países europeos del sur. Es decir que la
solidaridad entre los países de la UE no es todo lo fluida que sería de
esperar.
Todo ello nos indica que es
necesario caminar hacia una mayor integración en la Unión y una definición
y defensa clara de los intereses europeos en los foros internacionales y
frente, o mejor con, las tres grandes potencias.
La historia de la UE,
a pesar de todos los errores, pasos atrás y adelante, defensa de los
intereses nacionales de cada país frente a los colectivos, etc., que haya podido
haber, es una historia de éxito económico, político y, sobre todo, de
bienestar de sus ciudadanos. Han pasado casi veinticinco siglos desde la
guerra del Peloponeso, pero las causas de los enfrentamientos bélicos y de
las crisis siguen siendo las mismas y a ellas hay que prestar especial
atención antes de emprender acciones internacionales que puedan terminar en
una guerra. Una guerra que no tiene que ser necesariamente con armas
mortíferas. Los nuevos enfrentamientos se producen en torno al petróleo, el
conocimiento y las energías renovables. Un enfrentamiento en cualquiera de
los países que ahora los padecen cerca de las fronteras de Europa o en
cualquier país por minúsculo e insignificante que este sea o un ligero
cambio en las fronteras de la UE puede ser la chispa que encienda el fuego,
y Epídamnos hay muchos.
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