ESQUILO

 

 

 

(Eleusis, 525 a. C. – Gela, 456 a. C.). Perteneció a una noble y rica familia de terratenientes y está considerado como el primer gran representante de la tragedia griega.

Luchó en las batallas de Maratón, Salamina y Platea, cuya experiencia le sirvió para escribir algunas de sus tragedias como Los persas o Los siete contra Tebas.

 

La vida sociopolítica de Atenas también se vio reflejada en sus tragedias. Así, en Los suplicantes, se detecta la primera referencia al poder del pueblo, y la creación del Areópago como tribunal encargado de juzgar a los homicidas y en Las euménides apoyó la reforma de Efialtes -462 a. C.-, que transfería el poder político del Areópago al Consejo de los quinientos.

 

Otras obras: Las mujeres de Etna, la Orestíada (Agamenón, Las coéforas, y Las euménides), Prometeo encadenado.

 

El oráculo le vaticinó que moriría aplastado por una casa, por lo que decidió residir fuera de la ciudad. Curiosamente, falleció al ser golpeado por el caparazón de una tortuga, que fue soltado por un quebrantahuesos desde el aire.