LA
NUEVA CUESTIÓN CATALANA
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A pocos días del cuadragésimo
aniversario de la recuperación de la Autonomía de Cataluña (23 de octubre
de 1977) y del famoso «ja soc aquí» del presidente Tarradellas, que regresaba
del exilio, Cataluña está en una difícil encrucijada y la democracia
española ante un desafío mayor que el golpe de Estado de 1981.
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No hubo referéndum según el
Gobierno de España, y a la vez se realizaron votaciones. El referéndum
estaba invalidado por el Tribunal Constitucional y no tuvo garantías. No
hubo papeletas oficiales ni sobres, el censo electoral sólo estuvo alojado
en servidores online, no hubo junta electoral, ni sistema de recuento. Si
estas irregularidades eran pocas, a 45 minutos de comenzar la votación, la Generalitat
estableció lo que llamó 'censo universal', es decir, que los ciudadanos
pudiesen votar en cualquier colegio electoral con el objetivo de
sortear el posible cierre de puntos de votación.
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Muchos catalanes a pesar de la
actuación, a veces contundente y desproporcionada, de las fuerzas y cuerpos
de seguridad del Estado pudieron votar, y la Generalitat puede decir
que los resultados del recuento, que no tienen validez ni fiabilidad, son
los que son por los impedimentos que puso el Gobierno de España, al que ha
tachado reiteradamente de autoritario, represor y violento, olvidando que
similares actuaciones tuvieron los Mossos d´Esquadra, policía
autonómica catalana, durante la represión de las manifestaciones ciudadanas
por los recortes sociales realizados por la Generalitat a
consecuencia de las medidas de austeridad durante la crisis económica.
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El Gobierno de España estuvo
enrocado en la defensa de la legalidad a través del Tribunal
Constitucional, la Fiscalía del Estado y el Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña, sin tener actitud propositiva ni sugerente hacia los
ciudadanos catalanes independentistas , ni tampoco hacia los no
independentistas, y el Gobierno de la Generalitat, apoyado por la
CUP, un partido antisistema, antieuropeo y antieuro, se parapetó tras la
ciudadanía independentista y la enfrentó a las fuerzas de de seguridad
asegurando que lo que hacían estaba bien hecho, aunque sabían que no era
verdad, que era ilegal la votación, que no tendría efectos jurídicos y no
podría derivarse de ella racionalmente ningún efecto que les pudiera llevar
a conseguir su fin, es decir, la promesa de una República catalana que será
el país de la miel y la canela,
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¿Cómo es posible que en el siglo XXI,
en un país occidental con democracia avanzada se hayan podido ver escenas
de violencia policial como las contempladas a las puertas y en el interior
de los mal llamados colegios electorales? Porque a la Generalitat le
interesaba que esas imágenes se produjeran y al Gobierno de Rajoy también,
porque ambos se retroalimentan.
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La Generalitat necesitaba tener
las imágenes de las fuerzas de seguridad del Estado impidiendo las
votaciones para que no se hable del golpe de Estado asestado a la
Constitución española y al Estatuto de Cataluña los día 6 y 7 pasados
cuando el Parlament aprobó las leyes de Referéndum y
Desconexión del España sin las garantías de debate parlamentario,
trasgrediendo el Estatuto catalán y desoyendo los informes de los letrados
de la Cámara y del Consejo Consultivo de la Generalitat, y para movilizar
en favor del independentismo a más ciudadanos una vez vistas las
imágenes de represión violenta del Estado, porque hay que recordar que el
señor Puigdemont, president catalán, identifica permanentemente al
gobierno del PP con el Estado y porque sólo así se puede explicar que los Mossos
estuvieran citados en primer lugar por la juez, no por el Gobierno, como
primer cuerpo de seguridad encargado de retirar las urnas y las papeletas
de los colegios electorales y se limitaran a hacer un informe, permitiendo
que estos elementos permanecieran dentro cuando se abrieron los colegios.
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El gobierno del PP también
necesitaba estas imágenes de dureza para sacar rédito electoral en el resto
de España. Dejó pasar el pretendido referéndum del 9 de noviembre de 2014 sin más actuación que las judiciales, pero en
las elecciones generales de 2015 perdió la mayoría absoluta y en las de
2016 mejoró sus resultados sin conseguir esa deseada mayoría. La merma
electoral no se debió exclusivamente a la cuestión catalana, pero fue y es
una tentación buscar un enemigo para recuperar el fervor de su electorado.
Esto explicaría que ahora se hayan enviado cientos de policías nacionales y
guardias civiles a Cataluña con el fin de evitar este referéndum y no así
en el anterior, y que estos se aplicaran con mucho ímpetu
a ello cuando el primer cuerpo citado por la juez para ese fin y por el
Estatuto catalán para guardar el orden público son los Mossos.
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El resultado del proceso culminado
con el llamado referéndum de independencia es que la sociedad catalana, a
la luz de los resultados de las últimas elecciones autonómicas celebradas
el 27 de septiembre de 2015 y consideradas plebiscitarias por los independentistas,
está divida y los independentistas sólo consiguieron el 35,51% del censo
electoral y el 47,74% de los votos escrutados, el enfrentamiento
institucional entre la Generalitat y el Gobierno central se ha incrementado
notablemente y que si el president Puigdemont cumple con lo
prometido 48 horas después de presentar el "resultado" del
referéndum al Parlament, éste declarará la independencia
unilateralmente. ¿Lo hará? Puigdemont ya dejó de cumplir su palabra cuando
prometió cumplir con el Estatut, que despreció durante las
actuaciones del 6 y 7 de septiembre.
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La actual situación de Cataluña es
similar a la creada con la proclamación del Estado
Catalán por parte del presidente de la Generalidad de
Cataluña, Lluís Companys, 6 de octubre de 1934. También
entonces hubo una huelga general, 5 de octubre, como ahora la convocada por
la CUP y las entidades soberanistas. También entonces se quería reaccionar
contra la entrada de la CEDA en el Gobierno a la que se acusaba de
monárquica y fascista, como ahora al gobierno de Rajoy de autoritario, represor
y violento, y también entonces, como el
historiador Enric Juliana cita de La Vanguardia, cuando Cataluña «había
logrado sin riesgo alguno, gracias a la República y a la Autonomía, una
posición dentro de España, hasta erigirse en su verdadero árbitro, hasta el
punto de poder jugar con sus gobiernos como le daba la gana! En esas
circunstancias, la Generalidad declara la guerra, esto es, fuerza a la
violencia al Gobierno de Madrid, cuando jamás el Gobierno de Madrid se
habría atrevido a hacer lo mismo con ella» (Juliana, Enric (2014). «La
España de los pingüinos». España en el diván. De la euforia a la
desorientación, retrato de una década decisiva (2004-2014). Barcelona:
RBA, p. 149), como hasta hace poco tiempo porque todos los gobiernos de
España que desde la Transición no han tenido mayoría absoluta y en
ocasiones aun teniéndola han intentado contar con el apoyo de CiU
(Convergencia Democrática de Cataluña y Unión Democrática, la segunda
desaparecida y la primera reconvertida tras sus escándalos de corrupción en
PDeCAT, Partido Democrático de Cataluña).
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La tristeza y la
amargura son sentimientos compartidos por muchos españoles, catalanes o no,
y la mayor parte de
la población espera que los dirigentes políticos, salvando la soberanía,
que actualmente reside en el pueblo español, reconozcan y valoren la
diversidad de España y, al tiempo, encuentren los nexos que articulen los
deseos y esperanzas comunes de los españoles, vivan estos donde vivan, para
que esa diversidad encaje con la soberanía, porque como Machado le hace
decir a Juan de Mairena «un pueblo es siempre una empresa futura, un
arco tendido hacia el mañana. El que este mañana nos sea desconocido no
invalida la necesidad de su previo conocimiento para explicarnos todo lo
demás. De modo que la verdadera historia de un pueblo no la encontramos
casi nunca en lo que de él se ha escrito. El hombre lleva la historia
-cuando la lleva- dentro de sí; ella se le revela como deseo y esperanza,
como temor, a veces, mas siempre complicada con el futuro. Un pueblo es una
muchedumbre de hombres que temen, desean y esperan aproximadamente las
mismas cosas».
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