Pedro Álvarez de Frutos

 

El sueño de la razón produce monstruos

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LA NUEVA CUESTIÓN CATALANA

 

A pocos días del cuadragésimo aniversario de la recuperación de la Autonomía de Cataluña (23 de octubre de 1977) y del famoso «ja soc aquí» del presidente Tarradellas, que regresaba del exilio, Cataluña está en una difícil encrucijada y la democracia española ante un desafío mayor que el golpe de Estado de 1981.

 

No hubo referéndum según el Gobierno de España, y a la vez se realizaron votaciones. El referéndum estaba invalidado por el Tribunal Constitucional y no tuvo garantías. No hubo papeletas oficiales ni sobres, el censo electoral sólo estuvo alojado en servidores online, no hubo junta electoral, ni sistema de recuento. Si estas irregularidades eran pocas, a 45 minutos de comenzar la votación, la Generalitat estableció lo que llamó 'censo universal', es decir, que los ciudadanos pudiesen votar en cualquier colegio electoral con el objetivo de sortear el posible cierre de puntos de votación.

 

Muchos catalanes a pesar de la actuación, a veces contundente y desproporcionada, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado pudieron votar, y la Generalitat puede decir que los resultados del recuento, que no tienen validez ni fiabilidad, son los que son por los impedimentos que puso el Gobierno de España, al que ha tachado reiteradamente de autoritario, represor y violento, olvidando que similares actuaciones tuvieron los Mossos d´Esquadra, policía autonómica catalana, durante la represión de las manifestaciones ciudadanas por los recortes sociales realizados por la Generalitat a consecuencia de las medidas de austeridad durante la crisis económica.

 

El Gobierno de España estuvo enrocado en la defensa de la legalidad a través del Tribunal Constitucional, la Fiscalía del Estado y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, sin tener actitud propositiva ni sugerente hacia los ciudadanos catalanes independentistas , ni tampoco hacia los no independentistas, y el Gobierno de la Generalitat, apoyado por la CUP, un partido antisistema, antieuropeo y antieuro, se parapetó tras la ciudadanía independentista y la enfrentó a las fuerzas de de seguridad asegurando que lo que hacían estaba bien hecho, aunque sabían que no era verdad, que era ilegal la votación, que no tendría efectos jurídicos y no podría derivarse de ella racionalmente ningún efecto que les pudiera llevar a conseguir su fin, es decir, la promesa de una República catalana que será el país de la miel y la canela,

 

¿Cómo es posible que en el siglo XXI, en un país occidental con democracia avanzada se hayan podido ver escenas de violencia policial como las contempladas a las puertas y en el interior de los mal llamados colegios electorales? Porque a la Generalitat le interesaba que esas imágenes se produjeran y al Gobierno de Rajoy también, porque ambos se retroalimentan.

 

La Generalitat necesitaba tener las imágenes de las fuerzas de seguridad del Estado impidiendo las votaciones para que no se hable del golpe de Estado asestado a la Constitución española y al Estatuto de Cataluña los día 6 y 7 pasados cuando el Parlament  aprobó las leyes de Referéndum y Desconexión del España sin las garantías de debate parlamentario, trasgrediendo el Estatuto catalán y desoyendo los informes de los letrados de la Cámara y del Consejo Consultivo de la Generalitat, y para movilizar en favor del independentismo a más ciudadanos una vez  vistas las imágenes de represión violenta del Estado, porque hay que recordar que el señor Puigdemont, president catalán, identifica permanentemente al gobierno del PP con el Estado y porque sólo así se puede explicar que los Mossos estuvieran citados en primer lugar por la juez, no por el Gobierno, como primer cuerpo de seguridad encargado de retirar las urnas y las papeletas de los colegios electorales y se limitaran a hacer un informe, permitiendo que estos elementos permanecieran dentro cuando se abrieron los colegios.

 

El gobierno del PP también necesitaba estas imágenes de dureza para sacar rédito electoral en el resto de España. Dejó pasar el pretendido referéndum del 9 de noviembre de 2014 sin más actuación que las judiciales, pero en las elecciones generales de 2015 perdió la mayoría absoluta y en las de 2016 mejoró sus resultados sin conseguir esa deseada mayoría. La merma electoral no se debió exclusivamente a la cuestión catalana, pero fue y es una tentación buscar un enemigo para recuperar el fervor de su electorado. Esto explicaría que ahora se hayan enviado cientos de policías nacionales y guardias civiles a Cataluña con el fin de evitar este referéndum y no así en el anterior, y que estos se aplicaran con mucho ímpetu a ello cuando el primer cuerpo citado por la juez para ese fin y por el Estatuto catalán para guardar el orden público son los Mossos.

 

El resultado del proceso culminado con el llamado referéndum de independencia es que la sociedad catalana, a la luz de los resultados de las últimas elecciones autonómicas celebradas el 27 de septiembre de 2015 y consideradas plebiscitarias por los independentistas, está divida y los independentistas sólo consiguieron el 35,51% del censo electoral y el 47,74% de los votos escrutados, el enfrentamiento institucional entre la Generalitat y el Gobierno central se ha incrementado notablemente y que si el president Puigdemont cumple con lo prometido 48 horas después de presentar el "resultado" del referéndum al Parlament, éste declarará la independencia unilateralmente. ¿Lo hará? Puigdemont ya dejó de cumplir su palabra cuando prometió cumplir con el Estatut, que despreció durante las actuaciones del 6 y 7 de septiembre.

 

La actual situación de Cataluña es similar a la creada con la proclamación del Estado Catalán por parte del presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys, 6 de octubre de 1934. También entonces hubo una huelga general, 5 de octubre, como ahora la convocada por la CUP y las entidades soberanistas. También entonces se quería reaccionar contra la entrada de la CEDA en el Gobierno a la que se acusaba de monárquica y fascista, como ahora al gobierno de Rajoy de autoritario, represor y violento, y también entonces, como el historiador Enric Juliana cita de La Vanguardia, cuando Cataluña «había logrado sin riesgo alguno, gracias a la República y a la Autonomía, una posición dentro de España, hasta erigirse en su verdadero árbitro, hasta el punto de poder jugar con sus gobiernos como le daba la gana! En esas circunstancias, la Generalidad declara la guerra, esto es, fuerza a la violencia al Gobierno de Madrid, cuando jamás el Gobierno de Madrid se habría atrevido a hacer lo mismo con ella» (Juliana, Enric (2014). «La España de los pingüinos». España en el diván. De la euforia a la desorientación, retrato de una década decisiva (2004-2014). Barcelona: RBA, p. 149), como hasta hace poco tiempo porque todos los gobiernos de España que desde la Transición no han tenido mayoría absoluta y en ocasiones aun teniéndola han intentado contar con el apoyo de CiU (Convergencia Democrática de Cataluña y Unión Democrática, la segunda desaparecida y la primera reconvertida tras sus escándalos de corrupción en PDeCAT, Partido Democrático de Cataluña).

 

La tristeza y la amargura son sentimientos compartidos por muchos españoles, catalanes o no, y la mayor parte de la población espera que los dirigentes políticos, salvando la soberanía, que actualmente reside en el pueblo español, reconozcan y valoren la diversidad de España y, al tiempo, encuentren los nexos que articulen los deseos y esperanzas comunes de los españoles, vivan estos donde vivan, para que esa diversidad encaje con la soberanía, porque como Machado le hace decir a Juan de Mairena «un pueblo es siempre una empresa futura, un arco tendido hacia el mañana. El que este mañana nos sea desconocido no invalida la necesidad de su previo conocimiento para explicarnos todo lo demás. De modo que la verdadera historia de un pueblo no la encontramos casi nunca en lo que de él se ha escrito. El hombre lleva la historia -cuando la lleva- dentro de sí; ella se le revela como deseo y esperanza, como temor, a veces, mas siempre complicada con el futuro. Un pueblo es una muchedumbre de hombres que temen, desean y esperan aproximadamente las mismas cosas».

 

Contacto: pedroalvarez.name@hotmail.es