TRIBUNA LIBRE

 
 

MOVIMIENTO EN EL SURESTE EUROPEO

 

Se dice que en el año 1964, con motivo de uno de los momentos de tensión entre las comunidades de habla griega y turca de Chipre, el entonces presidente de los EE.UU. Lindon Jonson llegó a decir: “Chipre es una pulga. Grecia es una pulga. Si las dos pulgas continúan picando al elefante, puede ser que al final la trompa del elefante les sacuda un porrazo.”

 

La expresión nada afortunada, diplomáticamente hablando, no llegó a materializarse, pero el llamado elefante no deja de golpear, leve pero continuamente, los intereses de las pulgas  situándolas, con su actitud, en situación comprometida.

 

Es el caso del reciente reconocimiento que, el pasado día 4 de noviembre de 2004, ha hecho EE.UU. del nombre Macedonia de la aún Ex República Yugoslava de Macedonia, capital Skopje, FYROM (Former Yugoslav Republic of Macedonia) para la ONU, la Unión Europea y resto de países y organizaciones del mundo.

 

Grecia reivindica el nombre Macedonia para una de sus regiones del norte, lugar de nacimiento de Alejandro Magno, y teme que el irredentismo territorial de FYROM pueda reivindicar en el futuro territorios fronterizos ahora griegos.

 

¿Obsesión griega? No. El pasado domingo, día 7, es decir a escasas fechas del reconocimiento oficial del nombre por parte de los EE.UU. los nacionalista eslavos de FYROM habían conseguido convocar un referéndum para bloquear los derechos de la minoría albanesa, 23% de la población total, reconocidos en el mes de agosto en su Parlamento. Únicamente votó el 26,3% del censo, pero el 95% de los votantes apoyaron la abolición de las leyes de reconocimiento de esa minoría albanesa. Se percibe que la población es mucho más sensata que algunos de sus dirigentes nacionalistas, pero ahí están y su fuerza electoral no es despreciable.

 

Con esta decisión de EE.UU. Grecia se ha visto desairada por el aliado más importante de la OTAN, organización que comparten y, al tiempo, la Unión Europea, ve como uno de sus países es menospreciado por EE.UU. a los pocos días de que los líderes europeos ofrecieran colaboración sincera y deseos de mayor entendimiento futuro a la segunda administración Bush. “Si hay que hacer un esfuerzo por reconciliar las relaciones entre EE.UU. y la Unión Europea, la respuesta es sí”, decía el señor Solana. Me temo que el esfuerzo deberá ser mayor del sospechado.

 

Dicen que la política exterior se desplaza al ritmo de las placas tectónicas, sus movimientos son prácticamente imperceptibles, pero el movimiento es continuo. Así ocurre en el sureste europeo, está por ver que sea en la dirección de la UE, si es que la tiene. De momento, la reacción de nuestra UE ha sido excesivamente cauta, el presidente de turno de la Unión, el primer ministro holandés Jan Peter Balkenende, se ha limitado a decir que la UE estudiará las implicaciones del reconocimiento norteamericano y que el nombre del país seguirá siendo FYROM.

 

Pedro Álvarez de Frutos.

Profesor de Historia.