Miércoles, 17 de noviembre de 2004

 

OPINIÓN. ARTÍCULOS

 

TURQUÍA Y LA UNIÓN EUROPEA. Pedro Álvarez. Ex senador socialista por Segovia.

El pasado día 6 la Comisión Europea hizo público el informe en el que recomendó la apertura de negociaciones con Turquía para su futura adhesión a la UE., aunque ciertamente matizado con varias cláusulas precautorias sobre el proceso y el resultado final, y el próximo día 17 de diciembre la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno tomará la decisión definitiva, pero todo indica que la Cumbre será favorable a la apertura de las negociaciones.

Turquía nunca ha sido Europa ni cultural ni históricamente, ni siquiera porque lo diga el señor Bush, y sólo un 5% de su territorio está en Europa, aunque es de resaltar que en él está Constantinopla, ahora Estambul, cuyo nombre no hace sino evidenciar la influencia griega y la dificultad de establecer una línea divisoria nítida para Europa.

Turquía, o mejor, una parte importante de sus líderes políticos está llamando a las puertas de la UE. desde el año 1963, esperando la apertura de estas negociaciones, y aunque realmente sólo en los últimos años ha hecho el esfuerzo de adaptarse verdaderamente a los principios políticos básicos de la UE. sería del todo incorrecto que ahora se le cerrara toda posibilidad de incorporación a la Unión. Si se pensaba que Turquía no debía formar parte de la UE. debió advertírsele antes, ahora la cuestión no debería ser si se incorpora a la Unión o no, sino en qué condiciones se incorpora y cuál es el tempo de su incorporación.

La UE. es un mercado y desde este punto de vista le conviene abrir un nuevo espacio con 70 millones de posibles consumidores y Turquía es un vecino cuyos parámetros económicos están muy por debajo de los de la Unión y, por tanto, le conviene recibir las ayudas que la UE. ofrece para mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos aunque, según una de las cláusulas precautorias, el sistema será reformado antes de su incorporación. La nómina de beneficios mutuos podría alargarse hacia aspectos geopolíticos y estratégicos, militares, de suministros de materias primas y otros, pero estos beneficios no vienen solos, están acompañados de situaciones problemáticas como, por ejemplo, avanzar las fronteras de la Unión hasta Siria, Irak, Irán y repúblicas del sur del Cáucaso.

Por otra parte, la UE. también es un proyecto político que, ciertamente,  diseñaron los Estados, que cada día le dan forma y, por tanto, pueden seguir tomando decisiones en este sentido, pero los Gobiernos de estos Estados deben recordar que están formados por ciudadanos libres, con opinión y puede que hoy la mayoría de estos ciudadanos europeos no contemplen la plena integración de Turquía favorablemente y quizá la mayoría del pueblo turco tampoco.

Además, la Unión ahora está inmersa en procesos de gran calado: aprobación de la Constitución e integración de los países de la última ampliación, y la sola posibilidad de abrir estas nuevas negociaciones está provocando rupturas y enfrentamientos en los partidos de los países miembros de la UE. y, lo que es peor, amenaza con interferir en el proceso de aprobación de la llamada Constitución Europea.

La UE. hoy tiene diferentes estadios de integración. Schengen reúne a los países que unieron sus fronteras y el euro unifica la moneda de otros quince países, luego Turquía puede formar parte de este espacio de contorno definido según el grado de integración, puede beneficiarse de la ayuda de la Unión, debe  continuar con las reformas que le acerquen a Europa y, sobre todo, que mejoren la vida de sus ciudadanos, y que todo esto cale en su población.

Por tanto, deberíamos decir sí a la apretura de negociaciones con Turquía, pero ¿para una integración plena, es decir, entrada en los órganos de gobierno con el mismo peso que Alemania, dada su población actual, o mayor peso aún si contemplamos las proyecciones de población? ¿Modificaremos el sistema de toma de decisiones por este motivo, como se hará con el sistema de ayudas y la libertad de movimientos de los  ciudadanos, o estaremos de acuerdo con el peso político y decisorio que le corresponde? ¿Resistirá la organización europea tanta tensión? No debemos, ni podemos, pensar que la Unión Europea es una estructura estable y estabilizada que todo lo aguanta, cuidarla es tarea de los miembros actuales y de los futuros si realmente quieren llegar a integrarse.

El dilema ampliación o integración es falso, hay que integrar con decisión y ampliar con prudencia, pero para ello se hace cada día más evidente que la Unión debe emprender el camino de la armonización de la protección social si realmente se pretende que sea un espacio de igualdad donde los ciudadanos individual y colectivamente se sientan europeos y de la armonización tributaria si realmente se pretende que todos los países compitan en igualdad de condiciones y de este camino Turquía está muy lejos.