Pedro Álvarez de Frutos

 

El sueño de la razón produce monstruos

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EL DISPUTADO VOTO SOCIALDEMÓCRATA

 

Europa debe a los partidos socialdemócratas su capacidad de pacto. Terminada la II Guerra Mundial pactaron con los partidos democratacristianos y juntos crearon el Mercado Común, hoy transformado en Unión Europea, que ha dado un largo y próspero periodo de paz a Europa. El pacto fue tanto socioeconómico como generacional y dio como resultado el Estado de bienestar y una sociedad en la que cada generación tenía la esperanza de vivir mejor que la anterior.

 

España, entonces, estaba bajo la dictadura y nada de esto era posible, pero 40 años después comenzó un proceso que nos llevó a la democracia. Antes de las primeras elecciones el PSOE llegó a acuerdos de integración con otros partidos socialistas o socialdemócratas y juntos abordaron esas elecciones. Poco después, llegaron los Pactos de la Moncloa y la redacción de la Constitución y, más adelante, quedó integrado el PSP y tras las primeras elecciones municipales llegaron los primeros acuerdos en los ayuntamientos con el PC y algunos partidos nacionalistas. El resultado de esos pactos fueron numerosas reformas que mejoraron la vida de los ciudadanos.

 

En España, durante las legislaturas de mayoría socialista, incluidas las de mayoría absoluta, un buen número de leyes se aprobaron con los votos de otras formaciones políticas, especialmente las leyes orgánicas.

 

Las elecciones autonómicas y municipales de mayo del año pasado volvieron a demostrar la capacidad de pacto del PSOE, e idéntica actitud mantuvo tras las elecciones generales del pasado diciembre. Tras ellas, puesto que la izquierda no sumaba la mayoría suficiente para formar un gobierno estable, el PSOE decidió pactar con Ciudadanos para después intentar el acuerdo con Podemos. Quizá la estrategia no fue la adecuada, pero el intentó.

 

Hoy en Europa hay varios modelos de gobiernos de coalición en los que está presente la socialdemocracia. En Francia gobierna PSF, en Italia el Partido Democrático, un partido político de centroizquierda heredero de la cultura socialdemócrata. En Alemania el SPD gobierna en una coalición dirigida por la Unión Demócrata Cristiana dirigida por la señora Merkel. En Portugal el primer ministro, Antonio Costa, del Partido Socialista, sobrevive entre la Troika de Bruselas (BCE, FMI y CE) y su coalición con el PC, el Bloco de Esquerda y Los Verdes; y Grecia está dirigida por SYRIZA, un partido de corte similar a Podemos y sus confluencias, que finalmente admitió la negociación, aunque sin renunciar a sus cambios, esperemos, cuyo baluarte de mayor valor era llevar una vida política dirigida por la ética. En el Parlamento europeo el acuerdo es la actitud permanente y en la Comisión conviven comisarios con distinta filiación política. Es decir, que el pacto forma parte del ser de la socialdemocracia y del PSOE.

 

La socialdemocracia europea pasa por momentos difíciles debido a sus respuestas, o quizá a su falta de ellas, ante la crisis, la ralentización del crecimiento económico y sus consecuencias, la globalización y la revolución tecnológica, y en España el PSOE no escapa a estas dificultades, de manera que la franja de voto socialdemócrata o socialista aparece como un fácil caladero al que otros grupos políticos deciden dirigirse en busca de nuevos votos. Ahora, quien quiera instalarse en ese espacio político no sólo debe manifestarlo, también tiene que aceptar el modo de ser socialdemócrata.

 

Ya he citado el acuerdo y el pacto, me refiero ahora a la centralidad política, y con ello no quiero decir equidistancia. No se trata de ser equidistante entre los pobres y los ricos, entre los delincuentes y los honrados o entre los fuertes y los débiles. Se trata de tener un programa político que, teniendo como objetivo mejorar la vida de los ciudadanos actuales, busque mayor justicia, más igualdad, la posibilidad de vivir siquiera un poco mejor que la generación anterior, y que este programa sea realizable.

 

El posibilismo es otra de las características de la socialdemocracia y del socialismo.  Lo mejor es enemigo de lo bueno. Si para alcanzar lo mejor en el futuro hemos de sacrificar lo bueno hoy, hacemos un mal negocio. Si para alcanzar la gloria futura debemos dejar a un lado la posibilidad de mejorar la vida actual tendremos una propuesta política futurista y promisoria que difícilmente llegará a realizarse porque las circunstancias cambian y lo que hoy es, mañana puede no ser. Si algo hemos aprendido de la Historia es que el mundo no ha dejado de cambiar ni un solo momento.

 

Y la tercera condición, entre otras, de la naturaleza socialdemócrata o socialista, si se me permite esta licencia, es la adaptabilidad a las circunstancias, la manifestación decisiva de la inteligencia individual según Piaget, y social. Los esquemas de acción elaborados a partir de la experiencia pueden, mediante la adaptación al entorno, coordinarse y formar estructuras nuevas que le conduzcan a lograr metas semejantes en condiciones cambiantes.

 

Hoy, con más evidencias que nunca, podemos afirmar que el mundo ha cambiado. Había cambiado antes de la crisis y después, o aún en ella, los cambios son más notables, pero la sociedad sigue necesitando de los principios socialistas de libertad, justicia, igualdad, solidaridad y más democracia. Enumerarlos es fácil, conseguirlos no lo es, y siempre requerirán inteligencia política, aptitudes y actitudes socialdemócratas.

 

Contacto: pedroalvarez.name@hotmail.es